¡Oh cerveza!
bendita seas
entre todas las bebidas,
bendito sea el fruto
de tu alcohol sobre mi cuello
pero por debajo
de todos mis cabellos.
Ahí en el seso,
en mi pobre masa cerebral.
¿Por qué callar si nací gritando?
.
martes, 4 de diciembre de 2012
sábado, 27 de octubre de 2012
Marlon el fujitivo
¿Concha tu madre?... y
se estaba insultando a sí mismo. Parecía estar a punto de rendirse pues las
lágrimas no esperan nueve meses a nacer. En cuestión de segundos parpadeó intentando
reprimir sus nacimientos encarcelándolas en sus ojos. La furia le había cegado
la mente, no le dejaba organizar las ideas. Sólo atinaba a lanzar una serie de
improperios mentando a la madre de su único hermano, que a su vez venía a ser
su propia madre.
-Sí huevón, te la pegas
de payaso. ¡Ya deja de reirte mieeerrrda!- Había gritado al extremo de quedarse
afónico. Y pensar que casi lo consigue.
Por esos
tiempos Marlon apenas tenía ocho años de edad pero se veía de seis y se
comportaba de cuatro. Era un fiel partícipe de las temporadas de juegos
infantiles creados por varones para varones porque “ni ca… chocherita” jugar con
mujeres, ´tas huevón y si después lo molestaban al pobre churre con alguna
fulana, eso si que no.
A esa edad
todavía no se tiene hembrita, piensa, a esa edad se compite contra las mujeres.
Cada quien con su grupo, con su género. Si hasta en los felices cumpleaños a
los que él asistía no era necesario ser adivino para saber que los niños se iban
a atrincherar en un lado y las mujeres en otro, pero esa indigna actitud de
todo lo contrario a un caballero era contrarrestada casi siempre por alguna
señora regordeta y bonachona que desquebrajaba las corazas de los churres y los
ponía a bailar al ritmo de "el gato volador" u otra canción de moda.
Al fin y al cavo él y su hermano Oscar, junto con los chicos de la cuadra siempre
terminaban moviendo el esqueleto porque sino no había torta, tampoco regalo
sorpresa y ahí si estaban fritos pajaritos.
- Eres un tramposo, siempre quieres ganar- Continuaba
Marlon
Como decía: Hombres
con hombres, mujeres con mujeres. La excepción nacía sólo cuando se juntaban
para jugar mata cholo o a las empuñadas. Pero eso si: “La dan los hombres eh”,
decían las mujeres.
En aquel
verano ya había pasado de moda la temporada en que las manos enrollaban con
madeja los trompos bailarines para después ser destruidos. En el barrio de
Cossio del Pomar y al rededores se vivía la fiebre de los que un día fueron los
primeros taps, esos que venían con las imágenes de pokemón y
que solamente podían ser adquiridos si se compraba una determinada
marca de chisitos. ¿Quién quería los chisitos? todos los compraban únicamente por los taps, de esa manera en ese año no fue
raro ver a los churres de la cuadra pidiendo cincuenta centavos a sus mayores para
poder realizar sus adquisiciones respectivas.
-Si vuelves a hacer trampa te meto un peñonazo, ya te
dije y ya juega, juega que a las finales trampas y caras salen- Le advirtió
Marlon tratando de moderar su rabia mientras Oscar se quejaba de su actitud y
le decía: “Más lo que lloras como nena”
A
la par con la fiebre de los taps regresaba el juego de las canicas, inexorable
a los vestigios de las nuevas modas incorporadas a la etapa de la niñez. Los
chicos del barrio comenzaron a competir entre sí para ver quienes tenían más
bolinchas. Disfrutaban cuando quiñaban alguna, cuando daban un pepo y ganaban
el juego. Sacaban pica a sus rivales, se reían cada vez que conseguían muchas
victorias y se enfurecían cada vez que perdían.
Fue en ese
verano vacacional en el que Marlon se convirtió prácticamente en un
coleccionador obsesivo de canicas. En casa había atiborrado decenas
de botellas de gaseosas, llenándolas de dichas esferas. Poseía una gran
cantidad de bolinchas lecheras, y una mínima de quiñadas. Tenía en sus manos
una puntería fenomenal con la cual ganaba más juegos y por lo tanto conseguía
aumentar de un modo incontable el número de nuevas esferitas de diferentes
colores pero de igual tamaño.
-¡Pepo carajo!- Celebró Oscar en la cara encolerizada de
su hermano.
- Eres un lechero... nada más- Le respondía Marlon con la
sangre hirviendo a la par que se mordía una uña.
Cierto día muy
similar a los demás Oscar, su hermano mayor, también se sumergió en el adictivo
mundillo del juego de las canicas. Comenzó a ganar tantas de un modo
consecutivo que de un momento a otro logró tener más de un centenar. Así, primero
de una en una y luego de decenas en decenas, llegó al punto de estar tan cerca
de igualar a su hermano quien misteriosamente había extraviado un par de
botellas repletas de canicas.
El
auge inesperado de Oscar y el supuesto extravío de la valiosísima propiedad de
Marlon hicieron que los chicos del barrio conjeturaran la idea de que Oscar le
había robado descaradamente a su hermano.
De
los chicos del barrio también nació la idea de que los hermanos
se enfrentaran en un duelo para medir sus habilidades en el manejo de
las canicas. Jugarían todo el día: de diez de la mañana a diez de la noche. Sólo
pararían para ir a almorzar o para ir a orinar al árbol de la casa de la señora
Angelita, una vieja solitaria y malhumorada a la que le habían declarado la
guerra. Quien obtuviera más canicas del otro sería el ganador.
-Todo
o nada- Sentenciaron los chicos del barrio y todo o nada se jugó.
Fue
allí cuando la situación llegó a su punto más crítico. Ninguno de los dos podía
fallar. Quien chocara su canica con la del otro ganaría todo, absolutamente
todo y el perdedor no solo se quedaría sin sus esferitas sino que también la
fama atribuida de “el mejor de los mejores en el juego de las canicas” quedaría
solo en una especulación y sería olvidada al igual que la especulación misma.
Las
manos le empezaron a sudar al mayor de los hermanos. Utilizó la risa como intento
de disimular su nerviosismo. Por otro lado Marlon tomó aquella risa como una ofensa.
Ambos se involucraron en una discusión que parecía no tener fin. Lo que en un primer
momento fue una risa por parte de Oscar se había convertido en una burla y lo
que en un momento fue una llamada de atención por parte de Marlon se transformó
en una serie de insultos.
-¡Que
te vas pa´ la mismísima mierda, concha tu madre!
¿Concha
tu madre?... y se estaba insultando a sí mismo. Parecía estar a punto de rendirse
pues las lágrimas no esperan nueve meses a nacer. En cuestión de segundos parpadeó
intentando reprimir sus nacimientos encarcelándolas en sus ojos. La furia le
había cegado la mente, no le dejaba organizar las ideas. Sólo atinaba a lanzar
una serie de improperios mentando a la madre de su único hermano, que a su vez
venía a ser su propia madre.
-Si
huevón, te la pegas de payaso. ¡Ya deja de reirte mieeerrrda!- gritó casi quedándose
afónico.
La
tensión creció, ninguno de los dos cedía y la agresividad aumentó súbitamente
De repente sucedió:
La cólera había llegado a su máxima expresión. Marlon cogió todas sus canicas,
las vació de las botellas en donde las guardaba y las arrojó con odio hacia al
suelo. Les dio la espalda a todos y empezó a correr sin detenerse y sin rumbo definido. En su
mano aun tenía la canica del juego. A una distancia cerca del imposible la tiró de reverso y sin regresar a mirar. La tiró muy duro. Aún así la esfera
demoró una eternidad en caer. Lentamente su esferita se acercó ya sin fuerzas a la canica de su hermano y casi rozándola le
dio un beso agónico.
¿Pepo?,
se preguntaron incrédulos unos a otros los chicos del barrio y después de asimilarlo lo gritaron: ¡Pepo,
Pepo!
Marlon
aún no estaba tan lejos, sabía que debía de seguir corriendo, pensó en fugarse. Eran las diez de la noche cuando a toda prisa dobló la esquina sin
saber que había sido el ganador del más grande de los duelos del juego de las canicas que
alguna vez se realizó en las calles de Cossio del Pomar. Por esos tiempos
Marlon apenas tenía ocho años de edad pero se veía de seis y se comportaba de
cuatro. Sin lugar a dudas era un fiel partícipe de las temporadas de juegos
infantiles creados por varones para varones.
Ninguno de los chicos del barrio imaginó en ese momento que dos meses después el juego de las llantas se impondría al de las canicas por una larga temporada.
...
Ninguno de los chicos del barrio imaginó en ese momento que dos meses después el juego de las llantas se impondría al de las canicas por una larga temporada.
viernes, 26 de octubre de 2012
Valicho
.
-Nadie se alegró
cuando naciste-
Me confesó mi tía Micaela.
Yo solo tenía cinco años.
Yo solo tenía cinco años.
Mamá
no me quiso a sus quince años. Pero me engendró a sus dieciséis. Mamá no me quiso a
los treinta ni a los cuarenta pero es posible que sí lo haya hecho a los
sesenta y cinco, justo en su último año de existencia.
Siempre
dijo que yo era valiente. Su rostro formaba una expresión de tristeza y
disgusto cada vez que me lo repetía. Las
arrugas que le bordeaban los labios se le hacían más notorias y las de la
frente -¡Tan sombrías!- solían indicarme cuan grande era su amargura.
No
recuerdo haber recibido alguna muestra de cariño por parte de ella, ni un solo beso,
ni siquiera en la frente. Pero justo antes de su muerte ella evocó un recuerdo inesperado,
tal vez fue un delirio o quizá fue su subconsciente tratando de enmendar una
parte de todos los errores que cometió. Aunque a esas alturas todos los intentos
por hacer menos triste mi pasado resultaron inútiles.
Me
despertó a las tres de la mañana con un grito espantoso, un lamento que de
seguro le salió de las entrañas. Sudaba frío. En la oscuridad de su habitación
me miró arrepentida con un par de lágrimas recorriendo su rostro completamente
ajado y tomándome del brazo con sus dos manos temblorosas me hizo saber que en
una ocasión, cuando yo apenas daba tres pasos y no sabía hablar se acercó a
una de mis mejillas y la besó. Me dijo que me había besado sin la desazón en el
alma que siempre la acompañaba.
-
Mientras que envolvía tu cuerpecito- continuó
Cayeron
al suelo las dos únicas lágrimas que le vi en toda mi vida. Me contó que me
abrazó fuerte, tan fuerte que en aquel momento mis costillitas le advirtieron
que debía soltarme, y luego su cerebro le ordenó a su corazón que debía
retirarse, ausentándose así por muchas décadas.
–Eras
un niñito muy flaquito y moquiento- Me había susurrado al oído- sobre todo
moquiento.
Ninguno
de los dos pudo dormir esa madrugada y no porque así lo hubiésemos deseado. Sino
porque al parecer ella se había obstinado en dejar de existir. Fue minutos
después de que dejara de apretarme los brazos, mucho después de haberse
limpiado aquel par lágrimas rebeldes y de que su silencio se volviera
ensordecedor.
A sus sesenta y cinco años mamá adquirió la
tendencia de olvidar casi todo, menos su eterna deuda conmigo, esa falta que en ésta ni en ninguna otra vida llegaría a
corregir. Al parecer aquella madrugada mamá olvido hasta de respirar y cuando
intentó recordar como se hacía prefirió guardar su energía en el rincón más desusado
de su mente y así sin dar siquiera un suspiro la vi desaparecer, extinguirse,
ya no estar para siempre.
Fue raro. Ella estaba muerta y yo seguía vivo, sin sentir nada.
miércoles, 24 de octubre de 2012
Rojo sanguinolento
Entre el campanear de la misa de las nueve y el momento en que el humo de incienso que invadió por completo la iglesia del perpetuo Socorro, Jie Lee empezó a sangrar de la entrepierna, primero distraída, sin darse cuenta, sólo algunas gotas y luego alarmada, al sentirse incómodamente mojada y percatarse de que un color rojizo iba adueñándose de su vestido blanco.
Estaba sentada en un extremo de una de las tantas bancas ocupadas por un gran número de fieles devotos y jugaba distraída con la cruz del rosario heredado de su abuela materna hasta el momento en que el miedo la invadió por completo.
Con desesperación apretó muy fuerte la palma de su mano derecha en su boca para evitar que se escucharan sus gritos quejumbrosos y posó, casi temblando, la mano izquierda en la entrepierna como un intento de ocultar lo inocultable.
Jie lee, de piel clara había palidecido al extremo de que sus labios originalmente rosados se encontraban de un color asemejado al de los muerto. Se puso témpano, rígida como glacial pero la lava de su volcán seguía su curso imparable.
Fue viernes santo el día en que por primera vez pensó que a diferencia de todas las mujeres ella llevaba un infierno en su interior.
viernes, 28 de septiembre de 2012
Piura es una loca que baila,
una loca quejosa
porque el sol cae sobre su cabeza.
Quejosa
porque el calor no es eterno
y el sol se oculta en días como este.
Piura es una loca sensible,
una madre desierta
que llora por un niño extranjero...
un niño ingrato.
Piura: mi gran bailarina
que danza descalza y borracha
por un poco de chifle
y varios potos de chicha.
una loca quejosa
porque el sol cae sobre su cabeza.
Quejosa
porque el calor no es eterno
y el sol se oculta en días como este.
Piura es una loca sensible,
una madre desierta
que llora por un niño extranjero...
un niño ingrato.
Piura: mi gran bailarina
que danza descalza y borracha
por un poco de chifle
y varios potos de chicha.
Voluptuosidad
Quieta,
muy quieta
como la sombra de la roca en la que se solía sentar.
Sola,
muy sola
como la misma roca pero sin sombra.
"¿Qué queda por dar?"
preguntó justo cuando el atardecer expiró
y luego de esa, su interrogación,
suspiró: Detoya.
Casi resignada, casi rendida: Deltoya
Con pocas fuerzas
pero no sin ellas: Deltoya.
La mirada empecinada razonó
y en el vuelo imaginativo se extravió.
Perdidos una vez más y viceversa
nuestros muros gritaron: ¡MÁS-TURBACIÓN, más!
muy quieta
como la sombra de la roca en la que se solía sentar.
Sola,
muy sola
como la misma roca pero sin sombra.
"¿Qué queda por dar?"
preguntó justo cuando el atardecer expiró
y luego de esa, su interrogación,
suspiró: Detoya.
Casi resignada, casi rendida: Deltoya
Con pocas fuerzas
pero no sin ellas: Deltoya.
La mirada empecinada razonó
y en el vuelo imaginativo se extravió.
Perdidos una vez más y viceversa
nuestros muros gritaron: ¡MÁS-TURBACIÓN, más!
Correlativo
Dos
personas
compran tres libros
cerca del Cuarto Puente.
Tienen cinco horas para leerlos.
Han tomado seis cafés bien cargados,
pero ya es tarde: son las siete.
Se han quedado dormidos en la página ocho
y su examen es a las nueve y media
¿lograrán sacarse un diez para por fin aprobar el curso?
compran tres libros
cerca del Cuarto Puente.
Tienen cinco horas para leerlos.
Han tomado seis cafés bien cargados,
pero ya es tarde: son las siete.
Se han quedado dormidos en la página ocho
y su examen es a las nueve y media
¿lograrán sacarse un diez para por fin aprobar el curso?
sábado, 15 de septiembre de 2012
A mis felinos lectores
Antes de llegar al óvalo Cuadrado, por la calle Sin Salida: Existe
un edificio de quince pisos y catorce techos. Todas las personas que habitan
ese edificio son hombres de diferentes edades. Todos, sin excepción, se llaman
Carlos.
En las noches se origina una gran confusión dentro del
edificio cuando Carla, una anciana de ochenta y tres años, pasa religiosamente por
el lugar y grita ¡Carlos!
La mayoría de los Carlos piensan que está loca o que
disfruta creando tal alboroto.
En el último piso del edificio de los hombres que llevan el mismo nombre, vive
un anciano que sufre de insomnios y de alucinaciones, así que duerme poco y
sueña mucho. Vive en compañía de un gato. Hoy le ha contado a su gato sobre una
mujer llamada Carla a la cual amó, ama y jura con aires futuristas que seguirá
amando. Hasta el día de hoy aquel anciano espera poder oír la voz de aquella
mujer pronunciando su nombre.
Como no podía ser de otra manera el anciano se llama Carlos, ha quedado sordo
pero cree que no. El gato se llama igual que tú. Tú has sido convertido en gato
y también creerás que no.
sábado, 14 de abril de 2012
Epístola a mi cleptómana

Mi compañera y cómplice, ladrona por antonomasia, que robaste de mí más de un suspiro y que invisiblemente sigues robando, cual ladrón roba las monedas caritativas a un ciego mendigo. Qué será de nosotros, qué será, hoy que somos nada, hoy que las miradas se caen por el peso de la angustia y que por sapiencia sabemos que los besos y abrazos no sabrán ni se sentirán igual a la distancia.
Qué dirá la banca en la que nos solíamos sentar al ya no sentir nuestros cuerpos encima: el tuyo sobre del mío, el de los dos sobre la banca y así todo sobre el concreto, sobre la tierra y el universo.
Ya no habrá motivo de recorrer las cuadras que solíamos recorrer, ni soltarnos las manos al ver pasar a algún conocido que en realidad seguiremos desconociendo; Y mucho menos -por desgracia- volver a intercambiar la piel bajo la mesa, escondidos como prófugos, como si amarnos fuera ilícito, ilegal. Vaya que lo fue, sólo para el resto.
Ciertamente, pertenecemos con orgullo a esos amores clandestinos, siendo resistentes a nuestros alrededores que por infortunio intentaron, sin darse cuenta y sobre todo sin conseguirlo, desmembrar nuestros te quiero tejidos en versos bajo el matiz oscuro encerrado en nuestro inubicable rincón, sin más luz por la rendija que una tenue proyección de la luna llena que estoy seguro recordarás hasta tus últimos días, porque será esa misma luna la que volverá a salir una y tal vez, infinitas veces más para recordarte lo gratificante que es ser.
Sólo queda decir que después de todo, por fin logro entender y comparto tu esmero, cuando intentabas no desentonar al cantar cierta canción que ha terminado por resumir el motivo de nuestra imcertidumbre. Ahora la verdad es que también, yo no sé mañana, si estaremos juntos, si se acaba el mundo.
Pd: Espero quizá, volverte a encontrar, no importa si en las 6 vidas siguientes.
lunes, 9 de abril de 2012
Franqueza
No esperes de mi voz un poema de amor, a ti no te quiero mentir, no creo que te gusten las mentiras tanto como a mí. No esperes que diga -por ejemplo- que tu sonrisa ilumina mi camino en las noches de invierno sombrió cuando todo parece perdido...
Seamos quienes somos detrás de tanta exageración, verás entonces que por fin nosotros mismos podemos ser poesía.
Seamos quienes somos detrás de tanta exageración, verás entonces que por fin nosotros mismos podemos ser poesía.
Cuarto movimiento: La realidad
Cincel, me vuelvo duro como una roca
si no puedo acercarme ni oír
los versos que me dicta esa boca.
Y ahora que ya no hay nada, ni dar
la parte de dar que a mí me toca,
por eso no he dejado de andar.
Buscando mi destino
viviendo en diferido
sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido
quisiera hablar contigo
y así sin-to-ni-zar.
-EXTREMODURO-
si no puedo acercarme ni oír
los versos que me dicta esa boca.
Y ahora que ya no hay nada, ni dar
la parte de dar que a mí me toca,
por eso no he dejado de andar.
Buscando mi destino
viviendo en diferido
sin ser, ni oír, ni dar.
Y a cobro revertido
quisiera hablar contigo
y así sin-to-ni-zar.
-EXTREMODURO-
Incertidumbre
martes, 27 de marzo de 2012
Versos a Madira
martes, 13 de marzo de 2012
Unisolo
martes, 6 de marzo de 2012
Loa en su día
lunes, 5 de marzo de 2012
Pasa cuando sucede

Sucede que cuando estoy contigo se me lengua la traba y digo cosas desordenadas, desordenadas cosas digo, cosas digo desordenadas.
Sucede que cuando estoy contigo y no se me lengua la tra tra traba, tar tar tar... tamudeo sin que que que sin querer QUERIÉNDOTE.
Sucede que cuando no se me lengua la traba y no tartamudeo
te beso en silenciO
te beso en silencI
te beso en silenC
te beso en sileN
te beso en silE
te beso en siL
te beso en sI
te beso en S
te beso en
te beso e
TE BESO.
jueves, 1 de marzo de 2012
La revolución de la ingesta de hojas

Cuando nació parecía normal... Como todos los de su especie, con todos los huesos habidos y por haber en su lugar, unas orejas punteagudas, un par de ojos desafiantes y un único corazón dispuesto a latir gracias a una inercia producida por un sentimiento de agita.
Era pues un nacimiento ordinario a base de una fecundación ordinaria por parte de unos padres totalmente ordinarios, nada nuevo, nada extraño en la manada universal.
En los primeros meses de su existencia sus padres lo cuidaron de la mejor manera, lo engreían con desmesura, le llenaban el estómago con los ratoncitos que siempre saltaban por las fronteras de su territorio. Él, de mente abierta, alucinaba que eran canguros en miniatura y después de tragárselos los vomitaba y jugaba con ellos.
Después de los ratones vinieron las liebres, los jabalíes, los venados, así una serie de especies que sus padres cazaban y que él devoraba más por compromiso que por hambre. Los tragaba por las tardes y los vomitaba por las noches sin que nadie (especialmente los de la manada) se diera cuenta.
El día en que sus padres dejaron de alimentarlo, decidió dormir hasta que el hambre se manifestara y llegara al extremo de remover sin piedad sus tripas, de esa manera se provocó un malestar desagradable. Gracias a ese malestar por fin decidió despojarse de su letargo, levantose una mañana del lugar donde se encontraba, esta vez estaba dispuesto a llenar su estomago de cualquier cosa con tal de que sus intestinos lo dejaran en paz, pero eso sí, estaba decidido, nunca más volvería a ingerir ni ratoncitos saltarines, ni liebres revoltosas y mucho menos venados timoratos.
Nunca antes en la historia de la manada universal se vio a un león herbívoro, sin duda alguna un ridículo para la manada y para todos los de su especie. Qué insólito, qué inverosímil e inaceptable tener como miembro a un león que por pereza había dejado de ser carnívoro para alimentarse de las hojas de los arboles gigantescos y de los charcos de fango espeso que abundaban en el territorio silvestre.
De un momento a otro se corrió la voz por toda la espesura de la selva y Leónidas, el león herbívoro, se convirtió en la mofa de los monos, en la risa de las panteras, en el cosquilleo de los elefantes y así en un sinónimo de burla para todas las especies existentes en el terráqueo. No había jolgorio en donde no se contara una broma sobre el pobre Leónidas.
Extraído del conjunto, marginado y señalado con el dedo o mejor dicho con las patas, demostró poseer un irrefutable poder de convencimiento, una afluencia de palabras extraordinarias salidas no por la boca sino por el corazón.
En primer lugar se dedicó a convencer a los leones holgazanes que sobrevivían comiendo carroña, a ellos los sedujo con la idea de que no era necesario ir atrás de un animal cuando la naturaleza iba atrás de ellos mismos, los árboles y arbustos estaban en todo lugar y no escaseaban, por tanto no había porqué fatigarse más en salir de cacería.
En segundo lugar persuadió a los lonjevos, les dio donde más les dolía, les hizo ver que tenían pellejos en vez de carnes, que la vista y el oído les fallaban cuando estos siempre han sido indispensables para la caza, que los colmillos se les habían caído y que no tenía nada de satisfactorio el lamer la carne dejada por otros y mínimo por orgullo y conciencia no debían ser un estorbo, menos una humillación a su historia esperando caridades del resto.
Lo que comenzó como un caso en particular se extendió hasta los confines más reconditos de la madre selva, los leones estaban divididos en dos grupos: Los carnivoros siguiendo un presecto de años de moralidad, horrorizados por los liberales sinvergüenzas, conspiraban contra ellos, contra la anormalidad sucitada y defendida por Leónidas, el que fuese en un primer momento un simple escarnio, ahora líder de la revolución de la ingesta de hojas. Era sin duda un fenómeno exótico.
Fueron pues los conservadores moralistas los que decidieron dar el primer y único paso agresivo en el conflicto: Crearon un complot contra Leónidas y los suyos. En un anochecer menguante concretaron la emboscada planificada con meses de anticipación. Viose el león herbívoro rodeado por más de cuarenta intolerantes que consumieron su cuerpo esbelto, compacto, de pecho amplio y de vibrisas prominentes. En cuestión de minutos, cuando no hubo más carne porfiada que deborar y quedaron sólo los pelos, los huesos y las tripas de Leónidas, se escuchó a lo lejos un aullido unisolo que escarapeló los cuerpos de los cuarenta intolerantes, invadiéndoles no el miedo pero sí la incertidumbre y la curiosidad de probar las tripas llenas de hojas y tallos. Cuando por fin decidieron hacerlo se dieron con la sorpresa de que las hojas y los tallos apostados al interior de las tripas de Leónidas hacían que el sabor reproducido en sus paladares sea extremadamente celestial, de ese modo los leones moralistas empezaron también a consumir árboles, primero a escondidas y luego ya no importaba nada pues todos lo hacían con descaro, sin vergüenza, total ya ningún león era carnívoro y como suele suceder en estos casos, Leónidas terminó siendo recordado como un mártir y líder, líder de la revolución de la ingesta de hojas e inspiración de venideras anormalidades.
He aquí el porqué desde entonces los leones son herbívoros.
viernes, 24 de febrero de 2012
Paradoja
lunes, 20 de febrero de 2012
Si Juan...
Puede que sea una alucinación como la vida misma.
UNOLa primera vez que pasó a propósito por su lado, Juan ni siquiera se percató. Lilith conducía con destreza un velocípedo del color de sus ojos.
DOS
Juan no sabe manejar un velocípedo, Juan por las justas coordina su cuerpo. Tiene una rara fijación por los velociraptores, por la masturbación a las tres de la mañana y por las palomitas de maíz que consume mientras ve películas repetidas de Charles Chaplin.
TRES
Lilith es una de esas pocas adolescentes que aparentan corporeamente tener más edad; mejor dicho: es muy desarrollada; mejor dicho: tiene más talla; mejor dicho: tiene más tetas, más culo, más de todo lo que a las chicas de su edad aún no se les nota.
Lilith desde hace algunos días ha comenzado a vivir con su Tía.
CUATRO
Juan ha ido a un local concurrido ha celebrar el cumpleaños de su mejor amigo. En faceboock una "chica fresa"-como él las cataloga- le ha recordado (como si no supiera): "Es el happy birthday de tu beffo". Él la odia porque utiliza ese lenguaje que la hace ver como una retrasada.
En la fiesta todos están emparejados:Está Carlos, su mejor amigo con la chica fresa, su novia.
Juan no tiene con quien converzar porque la mayoría de parejas bailan o se besuquean todo el tiempo. Juan se siente solo pero no triste.
CINCO
A la fiesta llega una chica hermosísima con cara de niña pícara y cuerpo de mujer. Ella derrocha una sensualidad desmesurada que sin querer logra seducir las miradas de los invitados, menos la de Juan quien se ha quedado ido mirando hacia el piso aislándose de todo y de todos.
SEIS
La chica hermosísima es Lilith, prima de Carlos.
Por intermedio de Carlos, Juan conoce a Lilith.
Lilith ya conocía a Juan... de vista un día que pasó velozmente, cerca de él manejando con destreza un velocípedo del color de sus ojos.
SIETE
Carlos regresa con Elena, su novia, la chica fresa.
Juan y Lilith se quedan solos. Cada vez que Juan está cerca a una chica hermosísima aflora su timidez. En realidad nunca ha estado tan cerca a una chica hermosísima.
Juan no sabe que decir y le pregunta si tiene perro en vez de preguntarle si tiene novio.
Lilith se rie y piensa que además de guapo es gracioso y algo tonto. Eso es bueno porque los hombres demaciados avispados terminan siendo muchas veces para las mujeres un gran problema.
OCHO
Lilith no quiere bailar.
Juan no sabe bailar.
Como Lilith no quiere bailar, ésta lo salva del ridículo.
NUEVE
Juan quiere tomar.
Lilith no sabe tomar.
Ambos toman.
DIEZ
Con cerveza en las venas Juan pierde el temor y Lilith quiere bailar.
Con cervezas en las venas Juan baila igual de mal como cuando está sobrio.
ONCE
Son las ocho de la mañana y Lilith ha despertado pensando en Juan, en lo gracioso que fue cuando le preguntó si tenía un perro y en todas las piezas que bailó cuando él no sabía bailar.
Son las once y media de la mañana y Juan ha despertado pensando en Lilith, en lo estupido que fue cuando le preguntó si tenía un perro y en todo lo que ella tomó cuando no sabía tomar.
DOCE
Juan quiere volver a ver a Lilith.
Lilith quiere tener un perro.
TRECE
Han pasado dos semanas desde la fiesta, Juan va todos los días a Casa de Carlos, su mejor amigo, casa en donde también está viviendo Lilith.
Juan tiene pensado declarar lo que siente. ¿Qué siente?
Lilith espera que Juan le pregunte: ¿Quieres ser mi novia?
A Carlos no le importa hacer el papel de alcahuete, los ayuda "Les hace los pases"
CATORCE
Juan le ha regalado un perro a Lilith y con eso "tirado los perros".
Juan se le ha declarado, ella ha dicho que sí , se han besado y oficialmente son novios.
QUINCE
Lilith siente que ama a Juan.
Juan ama a Lilith.
Ambos ponen sus nombres en un árbol, los encierran con un corazón incrustado por una flecha, una flecha de amor.
DIECISÉIS
Se han vuelto inseparables. Han pasado un par de meses, ahora se besan en las fiestas, en los parques, en cualquier lugar y a cualquier hora. Caminan sin pisar el asfalto, se sienten por los aires...
DIECISIETE
Llevan juntos cinco meses de felicidad, sin embargo desde hace algunos días el rostro de Lilith ha cambiado de expresión, parece triste.
DIECIOCHO
Lilith llora en los brazos de Juan.
Juan quiere saber por qué.
Lilith enmudece.
DIECINUEVE
El mundo de Juan parece caer, no es lo mismo si Lilith anda triste, pues triste también anda él
VEINTE
Lilith sabe que en unos días tendrá que regresar a vivir con su mamá, por lo tanto dejará de vivir en casa de su tía y no verá más a Juan.
VEINTIUNO
Juan es el hombre más feliz de la fas de la tierra, Lilith ha vuelto a reir y es más amorosa que antes, muchísimo más.
VEINTIDÓS
Juan ha ido a buscar a Lilith, no la ha encontrado. Le ha preguntado a Carlos y él con sorpresa le ha dicho ¿no sabes?, Lilith ha regresado a su ciudad, sólo vino por unas largas vacaciones.
VEINTITRÉS
Lilith se ha ido, ella no está, no dijo Adios.
VEINTICUATRO
Para recordar a Lilith, Juan a comprado un velocípedo del color del cielo, del color de los ojos de Lilith.
VEINTICINCO
Juan no sabe manejar un velocípedo, Juan por las justas coordina su cuerpo. Tiene una rara fijación por los velociraptores, por la masturbación a las tres de la mañana, por las palomitas de maíz que consume mientras ve películas repetidas de Charles Chaplin. Pero sobre todo por Lilith quien ya no está.
domingo, 19 de febrero de 2012
Himno
No tengo miedo al que llaman eterno,
mis pecados son lo bueno que he pasado,
ni al que quiera condenar mi manera de vivir.
NO TENGO MIEDO.
No tengo miedo a ningun comentario
de quien dice que está libre de pecado,
ni al que quiera censurar mi manera de vivir.
NO TENGO MIEDO.
No tengo miedo al paso del tiempo
mientras sepa que vivir no es lo que cuenta,
y que nadie va a cambiar mi manera de vivir.
NO TENGO MIEDO.
No tengo miedo a estar enamorado,
mis pecados entre dos son más pecados,
y es que eso de pecar es mi manera de vivir.
AUNQUE LES DUELA.
No tengo miedo al vecindario,
no tengo miedo al comisario,
no tengo miedo a ningún virus ¡De esos!
NO TENGO MIEDO NI AL TRABAJO.
Y paseo con mi orgullo,
y fumo lo que me entra en gana,
condenado a dar la nota,
y de rato en rato entrar en la ILEGALIDAD.
viernes, 17 de febrero de 2012
"La furia es reciclada porque la gente está asada"
De pronto me vi: Con los huesos por los aires,
las carnes, las pocas carnes.
El cuerpo hablando,
La risa, la gran risa, la risotada.
Estaba "feliz" bailando, bailando
pogo
pogo
pogo
pogo
pogo...
Mi materia detenida.
Mi espíritú y cerebro aún siguen bailando
pogo
pogo
pogo
pogo
pogo...
las carnes, las pocas carnes.
El cuerpo hablando,
La risa, la gran risa, la risotada.
Estaba "feliz" bailando, bailando
pogo
pogo
pogo
pogo
pogo...
Mi materia detenida.
Mi espíritú y cerebro aún siguen bailando
pogo
pogo
pogo
pogo
pogo...
lunes, 13 de febrero de 2012
Epitafio
Aquí descanza la inexistencia, ahora muerta.
Ella, quien no existió, quien no fue y a la vez será.
No quedará nada pues lo era todo.
He aquí y ahora la explicación de su inmortalidad.
Ella, quien no existió, quien no fue y a la vez será.
No quedará nada pues lo era todo.
He aquí y ahora la explicación de su inmortalidad.
domingo, 12 de febrero de 2012
Admito
Yo confieso que he pecado mucho
en palabra, obra, misión y/¿o omisión?
Aunque haya sido por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa
NO me arrepiento de nada, ni de algo.
en palabra, obra, misión y/¿o omisión?
Aunque haya sido por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa
NO me arrepiento de nada, ni de algo.
Leopoldo María Panero: "Necrofilia"
(Prosa)
El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.
El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.
viernes, 10 de febrero de 2012
De aquel día en la habitación.
- Estoy tan sola- Me dijo. Ella estaba al extremo de la cama.
- Yo igual... Pero amor, es mejor así: Solos juntos- Le había dicho eso mientras eliminaba nuestra distancia y me recostaba en su regazo.
- Solos por fin, lástima que no sea hasta el fin- Recordó nuestros condenados e irremediables límites.
- ¿Te digo algo?
- Dime nomas- Había pronunciado disimulando una sonrisa con ese estilo sarcástico que la caracterizaba.
- La soledad es mejor contigo...
Desaparecieron las palabras y aparecieron nuestros dedos, nuestros brazos; así sucesivamente todas las partes de nuestros cuerpos hasta ya no quedar nada, ni una célula, ningún átomo. Fuimos todo, fuimos nada.
- Yo igual... Pero amor, es mejor así: Solos juntos- Le había dicho eso mientras eliminaba nuestra distancia y me recostaba en su regazo.
- Solos por fin, lástima que no sea hasta el fin- Recordó nuestros condenados e irremediables límites.
- ¿Te digo algo?
- Dime nomas- Había pronunciado disimulando una sonrisa con ese estilo sarcástico que la caracterizaba.
- La soledad es mejor contigo...
Desaparecieron las palabras y aparecieron nuestros dedos, nuestros brazos; así sucesivamente todas las partes de nuestros cuerpos hasta ya no quedar nada, ni una célula, ningún átomo. Fuimos todo, fuimos nada.
jueves, 2 de febrero de 2012

Que te contarán de esta publicación, que me preguntarás por esta publicación y frente a frente me quedaré encerrado en mi mutismo esbozando una sonrisa, te daré un beso en la mejilla, cogeré tu mano derecha con mi mano izquierda y seguiré caminando contigo… Después de haber dado ciertos pasos y por ende avanzado, me preguntarás con extrañeza: ¿hacia dónde me llevas? Y sin más que decir, mi subconsciente gritará y mi voz te susurrará al oído: Es lo que menos importa.

Hoy me he cachado mi silencio. Si quieres, se puede decir que me he violado a mí mismo obteniendo el mejor de los orgasmos (expresión cruda). Hoy también me arriesgo a decir que la vulgaridad me atrae más que la pulcritud gramatical. Mañana quizá -de hecho- cuando lea alguna obra recomendada que contenga como casi siempre palabras que desconozco, disfrutaré el que fornique estos alaridos obscenos. Olvidaré por un momento interruptus este rico concha de su madre lenguaje coloquial. Felizmente eso de olvidar es mañana.
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