¿Por qué callar si nací gritando?

.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Piura es una loca que baila,
una loca quejosa
porque el sol cae sobre su cabeza.
Quejosa
porque el calor no es eterno
y el sol se oculta en días como este.

Piura es una loca sensible,
una madre desierta
que llora por un niño extranjero...
un niño ingrato.

Piura: mi gran bailarina
que danza descalza y borracha
por un poco de chifle
y varios potos de chicha.

Voluptuosidad

Quieta,
muy quieta
como la sombra de la roca en la que se solía sentar.
Sola,
muy sola
como la misma roca pero sin sombra.

"¿Qué queda por dar?"
preguntó justo cuando el atardecer expiró
y luego de esa, su interrogación,
suspiró: Detoya.
Casi resignada, casi rendida: Deltoya
Con pocas fuerzas
pero no sin ellas: Deltoya.

La mirada empecinada razonó
y en el vuelo imaginativo se extravió.
Perdidos una vez más y viceversa
nuestros muros  gritaron: ¡MÁS-TURBACIÓN, más!



Correlativo

Dos personas
compran tres libros
cerca del Cuarto Puente.

Tienen cinco horas para leerlos.

Han tomado seis cafés bien cargados,

pero ya es tarde: son las siete.

Se han quedado dormidos en la página ocho

y su examen es a las nueve y media

¿lograrán sacarse un diez para por fin aprobar el curso?

sábado, 15 de septiembre de 2012

A mis felinos lectores


Antes de llegar al óvalo Cuadrado, por la calle Sin Salida: Existe un edificio de quince pisos y catorce techos. Todas las personas que habitan ese edificio son hombres de diferentes edades. Todos, sin excepción, se llaman Carlos.

En las noches se origina una gran confusión dentro del edificio cuando Carla, una anciana de ochenta y tres años, pasa religiosamente por el lugar y grita ¡Carlos! 
La mayoría de los Carlos piensan que está loca o que disfruta creando tal alboroto.

En el último piso del edificio de  los hombres que llevan el mismo nombre, vive un anciano que sufre de insomnios y de alucinaciones, así que duerme poco y sueña mucho. Vive en compañía de un gato. Hoy le ha contado a su gato sobre una mujer llamada Carla a la cual amó, ama y jura con aires futuristas que seguirá amando. Hasta el día de hoy aquel anciano espera poder oír la voz de aquella mujer  pronunciando su nombre.
Como no podía ser de otra manera el anciano se llama Carlos, ha quedado sordo pero cree que no. El gato se llama igual que tú. Tú has sido convertido en gato y también creerás que no.